miércoles, 10 de septiembre de 2008

Imaginarios En Las Ciudades Bajas Y Altas

Gonzalo Arango en su texto ‘Medellín a solas contigo’ le habla a la ciudad con la representación propia de ésta: “¡Oh, mi amada Medellín, ciudad que amo, en la que he sufrido, en la que tanto muero! Mi pensamiento se hizo trágico en tus altas montañas, en la penumbra casta de tus parques, en tu loco afán de dinero. Pero amo tus cielos claros y azules como ojos de gringa.”’ El fundador del Nadaísmo, desde su punto de vista, narra la historia de una ciudad que mira desde otra donde es pensada; suma entonces dos ciudades posibles o imposibles, una realidad o una falsedad en la visión de una ciudad que es un supuesto.

Así mismo, en el imaginario del habitante de Medellín, hay dos ciudades supuestas como es en ‘Isaura’, una de las ciudades tenues que le narra Marco Polo a Kublai Kan en el texto Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino. En Isaura, la primera ciudad nace en un profundo lago subterráneo; la segunda está en las orillas del lago donde el sol refleja el verde sobre el agua, un reflejo ficticio, invisible. Cada ciudad tiene su dios; los de la primera, permanecen bajo el lago y los de la segunda, se alzan a la superficie de Isaura.

Entonces, en el imaginario de Medellín son dos las realidades posibles; la realidad del centro y la realidad de la periferia; la realidad de los habitantes exitosos y la realidad de la clase popular y delincuente; la realidad del artista que vende la ciudad al mundo con esculturas, hablando de Fernando Botero y la otra en el ingenio de Fernando Vallejo que muestra otra ciudad con las esculturas ensangrentadas en el asfalto.

Todas en diferentes escenarios urbanos; la calle, el barrio, el museo, el teatro, la esquina y la televisión con imágenes que aparecen y desaparecen dejando una huella. Por tanto, parece no haber puntos medios, arriba y abajo, lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno. El imaginario de Medellín rota entre el centro y la periferia y ahí es donde estalla y se mezcla en una fusión de historias, costumbres y hábitos; el imaginario viaja de la periferia al centro por canales, por los mismos que retorna y viceversa.

Son corrientes de agua que se deslizan por el pozo que rebosa de habitantes y que uno a uno tejen una red de símbolos, de marcas y de practicas sociales que los forma y transforma en un imaginario de ciudad con diferentes lenguajes que escriben un poema sobre la urbe.

Isaura son todas las ciudades de una ciudad, Medellín, que crece y se expande hacia lo alto robándose los verdes de un perímetro natural que no pertenece a nadie más que a la naturaleza y que se convierte en el lugar posible o imposible para darle vida a nuevas tribus de nómadas que desde lo alto divisan el cielo o el infierno dónde habitan dioses que permanecen diferentes e indiferentes al imaginario de la ciudad alta, que parece invisible e inhabitada, igual que los edificios de máquinas productoras donde habitan los dioses protegidos, mientras el agua sigue desplazándose de arriba hacia abajo con un eterno retorno.

El imaginario es un simbolismo de lo que parece real y cada uno marca su imaginario en la ciudad, así como Marco Polo le habla a Kublai kan de una ciudad que es la misma con diferentes nombres, femeninos, pero con rasgos similares. Cada ciudad con una estética y una perspectiva diferente, es decir, un imaginario de lo que se desea ver o vivir buscando una ciudad ideal para ser feliz, aunque todo sea falso o real, posible o imposible.

Sólo queda la inscripción de las imágenes, que un viajero con una capacidad de asombro poética, ha tatuado en un ser que imagina lo imaginado por otro y por otros de un lugar o de muchos lugares deseados.

1 comentario:

john dijo...

HOLA CESAR
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